No, no somos tan libres. Vivimos en una jaula cuyos barrotes
son todas y cada una de las normas impuestas, o que nosotros mismos nos
auto-imponemos. Y esos barrotes, por mucho que los picoteemos, son
indestructibles.
Raras veces, algún que otro pajarillo consigue escapar por
entre los huecos que los separan. Afortunados aquellos, aunque, quién sabe la suerte que les aguarda en el exterior. La libertad a veces asusta, ¿o es que no os da miedo el Mar?
Puede que pensara que las personas son como pájaros, por el
hecho de que no pertenecemos a nadie. Sólo somos dueños de nosotros mismos.
Cuando alcanzas cierta edad, te haces independiente de tu
familia, -aunque esta esté siempre para ti- y te das cuenta de que sólo tú eres
el jinete que lleva las riendas de tu vida. Y nadie más.
Siempre he pensado que puedes compartir grandes momentos con otro espíritu libre, pero nunca hacer de tu vida la suya. Cada uno es lo
que es por separado, viviendo experiencias conjuntamente. Sin ataduras, sin más
barrotes, ¿o es que os conformáis con aletear en una pequeña jaula?
Pues bien, me equivocaba.
Replantearé la última pregunta en otro contexto: ¿Y si en
esa jaula no estuvierais solos? ¿Y si la compartierais con otro pequeño pájaro?
¿Y si os dierais cuenta de que os gusta ESE? ¿De verdad preferiríais escapar y
abandonar solos el nido?
Pensad por un
momento.
Afuera hay miles de millones como esos esperándoos, ¿no? Ante esa reflexión yo me contesto: ‘Más vale pájaro en mano, que ciento volando’. Y es que sería estúpido perder al pájaro ‘especial’ por simple ‘avaricia’.
Afuera hay miles de millones como esos esperándoos, ¿no? Ante esa reflexión yo me contesto: ‘Más vale pájaro en mano, que ciento volando’. Y es que sería estúpido perder al pájaro ‘especial’ por simple ‘avaricia’.
Quizás me guste contradecirme.
Me gusta la libertad, ese era mi principio, pero luego
aparecen personas que le ponen un final.
Al final te das cuenta de que no te importa volcar tu vida en el otro con tal de hacerle feliz, porque su sonrisa, luego se convierte en un reflejo de la tuya. No significa que tenga que olvidarme de mis libertades, aunque sí se reduzcan, pues se puede aprender a compartirlas.
Al final te das cuenta de que no te importa volcar tu vida en el otro con tal de hacerle feliz, porque su sonrisa, luego se convierte en un reflejo de la tuya. No significa que tenga que olvidarme de mis libertades, aunque sí se reduzcan, pues se puede aprender a compartirlas.
Y yo me convenzo de que, tarde o temprano, sin prisas,
aparecerá nuestro ‘pájaro especial’.
No lo forcemos, ni le metamos prisa por que llegue. Mientras tanto volad y disfrutad de vuestra libertad condicional, porque en cuanto llegue la otra persona, os sentiréis un poco más atados a ella, y no me refiero a ello como algo negativo, sino más bien entendedlo como una unión agradable y placentera entre dos personas que se entienden como una. Dos pájaros especiales que se esperaban mutuamente, dispuestos a desplegar sus alas para volar juntos por un mismo Cielo.
No lo forcemos, ni le metamos prisa por que llegue. Mientras tanto volad y disfrutad de vuestra libertad condicional, porque en cuanto llegue la otra persona, os sentiréis un poco más atados a ella, y no me refiero a ello como algo negativo, sino más bien entendedlo como una unión agradable y placentera entre dos personas que se entienden como una. Dos pájaros especiales que se esperaban mutuamente, dispuestos a desplegar sus alas para volar juntos por un mismo Cielo.
No todos son pájaros, pero saben volar. Aunque sea un poco. Buena reflexión.
ResponderEliminar