sábado, 23 de febrero de 2013

Amar es arriesgar.


El amante es como un trapecista, que camina sobre un fino hilo llamado Amor elevándolo por las nubes.
Sin embargo, no puede evitar la tentación de mirar hacia abajo, experimentando una mezcla entre angustia, pánico y terror con tan sólo imaginar la caída. Necesita aferrarse a ese hilo, porque siente –y de hecho, así es- que su vida pende de él. Necesita sentirlo bajo sus pies hasta llegar al final, ya que es lo único que le salvará de una muerte segura.
Ahora bien, si caes, levántate y límpiate la sangre de las rodillas. Al principio notarás que las heridas te escuecen y duelen, porque están muy recientes. Deja sangrar al Amor.
Sigue andando, porque conforme vayas haciendo camino, conocerás y verás cientos de cosas a tu alrededor que distraerán tu atención, y que poco a poco harán que te olvides de lo mucho que te dolió tropezar, (aunque aún notes ligeramente la molestia).
No dudo que tarde o temprano, por ese camino, encontrarás a la persona que te curará con su botiquín y que te llenará de tiritas. Ahora, cuidado, nunca utilices a esa persona para olvidar y reemplazar a la que te hizo caer. No lo intentes, porque nunca funciona. No si lo fuerzas.
La persona que te saque del sufrimiento y de la nostalgia, lo hará por sí misma. No te empeñes en que esa deba de ser la adecuada, ni busques en ella los restos de la anterior, porque así, sólo haces daño.
Cuando pasen unos días y busques de nuevo los rasguños, verás que ya no están. Sólo habrá una enorme costra en su lugar que hará de tapadera . Fingirás que no habrá dolor  ni recuerdos. Te hará ver que la herida está destinada a curarse y a quedarse en el olvido.
Total, pensarás que sólo fue una caída más de otras miles pasadas, y millones futuras, (muchas más si eres alguien torpe y aficionado a besar el suelo).
Con suerte, podrás recordarlo todo como un tropiezo gracioso  que merezca la pena contar. Pero, si por el contrario, te dejaste la cara pegada al asfalto, te aconsejo guardar el recuerdo en una carpeta bajo el nombre de: ‘No desenterrar bajo ningún concepto’. Lo malo es que de esas caídas, siempre quedan cicatrices.
Por último y lo más importante: evita la tentación de arrancar las costras. Porque entonces la herida volverá a abrirse y brotará lo que con paciencia y tiempo has ido tapando. No significa que lo debas olvidar por completo... Creo que es un error olvidar, tanto los momentos buenos como los malos, porque así,  ni aprendes ni rectificas y por lo tanto, ni avanzas ni progresas. 

Por eso, arriesga. No importa la caída. Aún te quedan fuerzas para levantarte.
Y, ante todo, recuerda: pase lo que pase, quédate siempre con lo bueno.

lunes, 18 de febrero de 2013

Se miran, se presienten, se desean...

Aquí os dejo un pequeño poema de Oliverio Girondo (17 de Agosto de 1891- 24 de Enero de 1967, Buenos Aires).
A mí particularmente me encanta, espero que a vosotros también:

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan
,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden, y se entregan.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Siempre he creído que las personas son como pájaros, y no.


No, no somos tan libres. Vivimos en una jaula cuyos barrotes son todas y cada una de las normas impuestas, o que nosotros mismos nos auto-imponemos. Y esos barrotes, por mucho que los picoteemos, son indestructibles. 
Raras veces, algún que otro pajarillo consigue escapar por entre los huecos que los separan. Afortunados aquellos, aunque, quién sabe la suerte que les aguarda en el exterior. La libertad a veces asusta, ¿o es que no os da miedo el Mar?
Puede que pensara que las personas son como pájaros, por el hecho de que no pertenecemos a nadie. Sólo somos dueños de nosotros mismos.
Cuando alcanzas cierta edad, te haces independiente de tu familia, -aunque esta esté siempre para ti- y te das cuenta de que sólo tú eres el jinete que lleva las riendas de tu vida. Y nadie más.
Siempre he pensado que puedes compartir grandes momentos con otro espíritu libre, pero nunca hacer de tu vida la suya. Cada uno es lo que es por separado, viviendo experiencias conjuntamente. Sin ataduras, sin más barrotes, ¿o es que os conformáis con aletear en una pequeña jaula?
Pues bien, me equivocaba.
Replantearé la última pregunta en otro contexto: ¿Y si en esa jaula no estuvierais solos? ¿Y si la compartierais con otro pequeño pájaro? ¿Y si os dierais cuenta de que os gusta ESE? ¿De verdad preferiríais escapar y abandonar solos el nido?
Pensad por un momento.
Afuera hay miles de millones como esos esperándoos, ¿no? Ante esa reflexión yo me contesto: ‘Más vale pájaro en mano, que ciento volando’. Y es que sería estúpido perder al pájaro ‘especial’ por simple ‘avaricia’.
Quizás me guste contradecirme.
Me gusta la libertad, ese era mi principio, pero luego aparecen personas que le ponen un final.
Al final te das cuenta de que no te importa volcar tu vida en el otro con tal de hacerle feliz, porque su sonrisa, luego se convierte en un reflejo de la tuya. No significa que tenga que olvidarme de mis libertades, aunque sí se reduzcan, pues se puede aprender a compartirlas.
Y yo me convenzo de que, tarde o temprano, sin prisas, aparecerá nuestro ‘pájaro especial’.
No lo forcemos, ni le metamos prisa por que llegue. Mientras tanto volad y disfrutad de vuestra libertad condicional, porque en cuanto llegue la otra persona, os sentiréis un poco más atados a ella, y no me refiero a ello como algo negativo, sino más bien entendedlo como una unión agradable y placentera entre dos personas que se entienden como una. Dos pájaros especiales que se esperaban mutuamente, dispuestos a desplegar sus alas para volar juntos por un mismo Cielo.



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